jueves, 3 de enero de 2013

Hendrik Röver & The Pilgrim Rose, acoustic jamboree

No es una crónica, es un concierto relatado

Planteamiento, en primera persona:

Un diálogo interior solitario fluye, no puedo pensar en nada más y pasa al papel. Luego lo transformo en lo que ahora estás viendo en tu pantalla. Perdóname las licencias, se trata de un experimento, un artefacto periodístico de inspiración literaria.


Desarrollo, en segunda persona:

Te recibe Rudy al llegar. Te acomodas en un sofá en primera fila, sentado en un trono, sin documentos previos, lo único que puedes hacer es aprovechar el lugar de excepción, frente al espectáculo de magia folk, country, bluegrass que se intuye. Con las fábricas de fondo.

Ojos abiertos, escuchando. También pensando, el grifo de la ocurrencia y la imaginación lo controla un servil escribidor, abajo firmante, que siempre lo deja abierto. Ojos abiertos, escuchando, la memoria, cuando se habla de sensibilidad, está sobrevalorada. Todavía no hace falta que sepas nada. Tampoco esperes nada que ya sepas.

Nunca has visto tantas patillas, las de Aitor de Soul Gestapo están como testigos. No solo las hay de ese modelo, alargadas pero sin aspecto mullido. Las hay de todos los modelos habidos y por haber. Pablo Z. es más de barba y lleva una chupa vaquera. Muchas guitarras solas esperando recostadas, acompañadas por demás instrumentos, sus sureños congéneres, en la tarima elevadas veinte centímetros del suelo. Hendrik Röver, el rey de La Cambolita, toca a dos bolos por año, casi seguros, estampado en paramecios. Ya te he dado un nombre, te doy el otro, The Pilgrim Rose, y empezamos.

"Más que un concierto, una reunión de amigos que nos gustan las mismas canciones. Y vamos a tocarlas para ustedes", te susurra a ti, sentado en un sofá en primera fila, el hermano ficticio de Hank. El lugar privilegiado le transfiere esa magia que empieza con cinco hombres juntos en el escenario. No es un concierto de Pilgrim Rose seguido de la actuación de H. Röver. Siente la magia. Es única. "Solo se ve la magia cuando tú también la sientes". Y ahora la sientes.

Te presento a los cinco músicos: el Tupé 'Zamorano' calza una guitarra y pone voz, H. Röver, con zapatos de cowboy, tacón de madera y recubiertos en serpiente, además de combo seis cuerdas-voz, sorprende con el dobro y deja asomar un banjo en una canción fugaz. El Barba, que acaba por quitarse la chaqueta hacia la mitad, nunca deja el bajo eléctrico Lakland. El Bigote no para: del violín desenchufado, también utilizado como percusión, a la mandolina, también sin amplificar y a la batería: bombo Remo, caja, plato, charles. Además de los coros. El quinteto de cuerdas lo completa el Naufrago  perdido en una isla durante mucho tiempo, está de vuelta ex profeso para tocar. Queda encargado de una guitarra acústica Tanglewood que ruge poco, al igual que el banjo, desenchufado y que asaltado con más confianza ganaría en quilates.

Pero el público es respetuoso, deja el silencio que se necesita, porque sabía a lo que iba ¡Chapó, por ellos! 

A las primeras de cambio se arrancan con God's own singer para transportarte de seguido en El tren de las 3:10. Con ganas de volver a Casa, encuentras que está abandonada. Pero sigue teniendo su mismo encanto, y te quedas viendo las calles en las que fuiste feliz, pero está rota la mosquitera y las ventanas están clavadas. Gran tema. "Ahora no voy a querer tocar solo", te confiesa el líder de Los Deltonos con una sonrisilla que dejan entrever sus dientes, pequeños, de pillo.


God's own singer (Burrito deluxe, 1970),The Flying Burrito Brothers.- JUAN P. TORRES


Casa abandonada (No temáis por mí, 2010), Hendrik Röver.- JUAN P. TORRES

Suena un clásico bluegrass de estrofas sumadas hasta que la Irlanda de tus antepasados y el superávit de gramíneas te hacen llorar. Un bourbon, que todo lo cura, y se digiere la canción hiperbólica de rock de raíces americano que suena en Gajano. Tocan Like a hungry yearning de los Pilgrim con Hendrik sin pedal steel, pero con dobro, interesante decisión.


Like a hungry yearning (Brighter days will come, 2012), The Pilgrim Rose.- JUAN P. TORRES

El Tupé recuerda aquel Vestido naranja "que llevaba cuando se fue de casa". Ya nadie lo recuerda ahora, tú menos, porque eres pájaro sobrevolando como un pájaro migratorio los Apalaches. Los versos de poeta cuentan Mentiras, que arrancan el aplauso cómplice cuando para enlazar los brazos falta alcohol en vena. Incluido un requiebro del genio de Muriedas, manos y oídos de GuitarTown, para esquivar el despiste.

Repostamos con el Gasoil de Los Deltonos aunque las manos tengan el olor a chocolatinas de gasolineras de vías secundarias. Sólo allí se respira calma y tranquilidad. Pero cerrada La caja de los truenos y lavadas las manos (en este fin de semana sin respiro, con los Pilgrim viniendo de Oviedo, también entonados) vuelves a ver vacas del otro lado del parabrisas. Si suena un ritmo bluesero también se acepta.

El listón está alto, pero No more weakness, debilidades las justas. Desde Gijón, que esto no es América, en sol mayor, ven la apuesta y van a por un sitio en tu memoria. Tú decidirás si lo merecen. No se lo hubieran creído hace tres o cuatro años, cuando empezaron a tocar, pero cuando, hace uno, fueron a grabar con Hendrik tocaron el timbre del paraíso y se les abrieron sus puertas de parar en par... Un estudio hecho con pasión, como la programación de La Cambolita, como se deben hacer las cosas.

El dobro haciendo magia, surfeando en metal las cuerdas tensas de plata y suspendidas. Acople, aparte. Un villancico, otro trago, que no el último, porque después de una despedida "volando", la promesa de que "después de unas cervezas, alguna queda" se cumple. Se suben otra vez. Ya no quedan pizzas. 

Fueron con otro "clásico de ayer y hoy". Desde Kentucky a Gajano, con las fábricas de fondo, refinando el gasoil que pudiste escuchar el viernes en el Black bird pero que no hace falta ahora que huele a pastos de heno. El Naufrago ya no tiene plectros en las manos, enseñando sus dedos desnudos, escrofulosos, resultado de la dieta a la que se ha visto forzado en el exilio insular. No todos se han dado cuenta de que rasga al natural, pero él se confiesa ante Hendrik en directo con una sonrisilla cómplice, sin entrever los dientes que tapan su barba y su bigote.

"Todos habéis visto esta película", anuncia Röver.  Vuelve la melancolía sin electricidad, que no llega al pajar donde ensayan. Dos voces principales y coros de el Bigote. Cantan como los colibrís americanos, pájaro mosca de pico largo y débil, agita las alas, sin saber como es posible que sea cierto.

Ahora suena una canción que les gusta tocar, porque creen en el ateísmo. La vida cristiana dedicada al encargado de Cutura en la región, bajo la jurisdicción a su vez del prelado opusdeisiano, por apellido Serna. Con casi todos los clavos clavados en su ataúd, dejamos descansar al inmortal, más que un esqueleto. Es memorable la amplitud de las palmadas de ovación. 

Recuerda, todo el rato has estado sentado en un sofá, en un trono en primera fila. "Como en el salón de casa pero en guay", dice la madre a los niños embelesados por el rock de las raíces de América.

Vista su obsesión con los trenes, el de Reinosa, por ejemplo, le piden "otra express". Así incitan al maestro y sus secuaces, de vuelta con la batería: bombo remo, caja, plato, charles; que remata en estruendo después de haber jugado a ser invisible. Bestial.


Desenlace, en primera persona:

El mejor músico cántabro que he visto, con séquito de excepción. "Experiencia única". Si no me crees, que mi opinión se quede sola, en el lugar donde se alumbró este discurso. En algún sitio ha de quedar. Pero si, de veras, tu no lo ves así, haz como él dice. Déjalo.


30 de diciembre de 2012.


PD: Relato escrito escuchando, principalmente, Sweetheart of Rodeo.


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